NO QUERER SABER ES EL REFUGIO DE LOS LISTOS


Supongo que debía ser más fácil de lo que parecía, pero ahora el viento pasa entre el trigo a cámara lenta como una tira de negativos rotos, como si fuera la primera vez que recorre los tallos desgastados de las espigas, como si la brisa fría de esta mañana de verano no quisiera despertar a las hojas muertas del borde del camino y las huellas de las pisadas dijeran que nunca estuvieron allí.


El caso es que el olor del sufrimiento siempre a sido presa fácil para los ojos necios que no quieren saber si mañana lloverá con mas fuerza, y aunque no querer saber es el refugio de los listos, conviene que la arena del reloj no acabe tan pronto como nuestros deseos, para que aún pudiendo perder tengamos una oportunidad para atar a los cabos sueltos que fuimos quitando a lo largo de todo este tiempo.


Este tiempo en el que el precio de la honestidad está de rebajas y prostituir las palabras es mas barato que nunca, tiempo en que no merece la pena meterse en un laberinto sin salida ni en una guerra sin enemigos ya que pronto te darás cuenta de que la mayor batalla consiste en alcanzar la paz contigo mismo para encontrar el equilibrio que perdiste cuando la realidad te desbordó.


No intentes encajar ni pongas de tu parte, no metas la pata intentando ser original porque dejarás de serlo, no incluyas risas desganadas en el menú, ni siquiera llores para contentar a tu subconsciente, porque los ojos de resignación de alguien que te mira sonriendo dicen más que cualquier palabra derramada por la mejilla o cualquier gesto inútil de autocompasión delante de un espejo roto.


Tener un accidente a veces te ayuda a recordar que estás vivo, caminando sólo en el bosque o mirando con los ojos cerrados, silbando una tontería o perdiendo el sentido del tiempo, sabiendo que estás sin estar o estando sin saber saberlo, mirado a alguien que te está mirando o viviendo momentos que algún día recordarás sin más.


Llegará el día en que el atrevimiento corte el sedal de nuestras manos y la ignorancia se transforme en un sentimiento de culpa, pero para entonces buscaremos la salida de emergencia pintada en la pared y estamparemos nuestro sello en forma de arrepentimiento, aunque ya será tarde para volver a besar el anillo de la mano  que  nos estaba matando.


Supongo que debía ser más fácil que todo esto y que simplemente el viento se había parado hace mucho, que no había trigo, ni camino, ni brisa, ni sonrisas enlatadas en miradas, ni arena en nuestro reloj ni salidas falsas ni tampoco sentimientos; solamente las huellas en la tierra que parecen señalar el horizonte y que son la respuesta a algo que no podremos preguntarnos si no empezamos a andar.





Comentarios