Lo malo de los buenos regalos es darse cuenta de
su valor, la sorpresa lo desvirtúa todo y es el tiempo el verdadero juez, los
pétalos de una rosa pueden secarse pero el recuerdo de su olor a veces duele
tanto como sus espinas, hay lugares escondidos que parecen estar muertos aunque
hagan respirar a sus antiguos dueños y hay palabras mal dichas mojadas de amor,
o de odio verdadero.
Los años saben asentir con la mirada fija si
preguntas por tu muerte, nadie dijo lo contrario para que no quedase claro del
todo, ya que el primer regalo de todos es poder ser consciente de ti, poder sentir
y saber, poder no elegir y mirar de reojo a los sentimientos que nos hagan
pensar, que nos hagan ver la dureza de ésta pelea de la que aun sabiendo que no
hay muchas opciones, nos empeñamos en ganar.
Hay regalos en forma de golpes con un manual de
instrucciones que no conviene leer, palomas mensajeras que saben que van a
morir y pensamientos sucios en los ojos que te acompañan. Hay salidas de
emergencia al borde de un acantilado y noches en las que todo cuenta para no
caer en el olvido. Hay manos que sujetan la espada sobre tu cabeza, hay estrellas
que brillan gracias a los que murieron sacándolas brillo.
Lo bueno de los malos regalos es darse cuenta de
su valor, a veces las heridas de las quemaduras son la recompensa y los gritos
de dolor no siempre traen malos recuerdos. Lamentarse por poder volar es normal
si lo que anhelas es caminar junto a los tuyos, pero verte muerto con tus
propios ojos es fruto del arrepentimiento, de no saber decir que no a una
sonrisa con los dientes manchados de avaricia.
Hay billetes de ida muy caros y gestos inolvidables,
sonrisas que permanecen en la vida de muchas personas y sentimientos que duran
para siempre, pero nada como volver a casa para echar de menos tu vida y nada
como empezar a creer en algo para preguntar por el porqué de tu existencia, para
engañarte a sabiendas de la verdad y dormir con un ojo abierto y el otro
tapado.
Somos la razón de que las cosas pierdan su valor,
pues son lo que son por lo que significan, como nosotros. Los verdaderos
regalos nunca han podido envolverse porque han estado ahí siempre, se han
cruzado en tu camino para hacer tu vida más fácil, o simplemente, te han
regalado una sensación inexplicable, un recuerdo o un escalofrío caliente que
te hizo reaccionar.
Pero si bien es cierto que ningún favor es
gratuito, debemos suponer que la casualidad quiso que compartiéramos la misma
tierra y el mismo aire y que aunque a veces respirarlo no sea la mejor opción,
debemos cerrar los ojos para seguir adelante, obviando a los que pasan hambre,
a los asesinos, las lágrimas de dolor, la hipocresía y las miradas muertas de
la gente viva.
Los necios sabrán la verdad al final del camino,
pues el que no quiere ver es más ciego que aquel que sin ojos a éste Mundo
vino, tendrán su respuesta y creerán que fui su guía y estuve con ellos en todo
momento, en cambio, a aquellos que decidieron vivir sabiendo su sino les diré
que sean fuertes como yo, que se guíen por su instinto y que mantengan la
calma, que tengan presente que no soy más que su conciencia disfrazada de
perro, que en su mano está ser una oveja más o disfrutar de cada aliento.
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