BIOMBO



Las guerras de hoy en día comienzan en los libros de texto.


Prender la mecha es imposible sin fuego, sin una chispa, 
e imaginar una doble vida puede ser un placebo peligroso,
mortal como una cápsula de estricnina para una glándula pituitaria made in china,
para las ganas de levantarte con la certeza de ser un necio,
para colgarte de un póster que diga "hoy es el primer día del resto de tu mentira".


Hoy estamos aquí, y estamos vivos,
tenemos la oportunidad de apostar para ganar,
de aprender para insistir y de no temer al fracaso.
Y para no olvidarnos de que el calor del Sol no saciará nuestro frío,
porque nosotros seremos el Sol de nuestro propio planeta interno.


La gente con un don especial hace las cosas más sencillas,
respirar aire limpio, caminar, o simplemente disfrutar del silencio de no poder hablar.
Porque si aún queda esperanza estará escondida dentro de una gota de sudor o
de una idea, que convierta en cenizas a los prejuicios de los ojos cerrados que nos quieren llevar directamente al precipicio.


Con el tiempo seremos testigos de la transformación anamórfica de nuestro despertar,
y entenderemos que el sacrificio de los que no vendieron su alma
tiene un sobrecoste demasiado caro para nuestra conciencia y para nuestros ojos, cuando llegue el momento de no mirar atrás, mientras salimos de la burbuja que está a punto de explotar.


Todavía no se ha forjado una espada capaz de atravesar a las ganas de querer alcanzar una
alternativa a los cubos de pescado y a las sobras del banquete de la noche anterior.
No existe el miedo en los ojos de un recién nacido, ni el perdón en las entrañas de un león hambriento, ni los lamentos de mis pupilas por el reflejo de los rayos en campo abierto.


No existe nada más fuerte que la voluntad humana cuando se trata de querer ser la raíz original de la propia esencia, o lo que es lo mismo, de nuestras ganas de querer sonreir.









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