TREPADERO DE ÁNGELES


Asustadme si podéis
Pues prendado quedó mi oído del sonido de la pólvora.
¿Que qué es lo que véis?
No veis más que a un hombre moribundo caminando de rodillas.


No disparéis sin antes saberos sinceros de vuestra desidia,
y si no es cierto que estoy dispuesto a morir por vos
es menos cierto que la llama de los carros que dirigen mi mirada al alba
tiene las horas contadas .


Una vez advertidos a los mendigos de moral,
habréis sopesado las injurias del corte por los tobillos
y entonces cederéis a la respuesta de vuestras entrañas
para correr en sentido contrario o afilar vuestros cuchillos.


Enturbiado por la borrosa mancha azul de las zarzamoras en el suelo
sabré alcanzar mi camino a través del valle.
Sabré levantar mi mentón 
y beber de las amapolas y de las espinas secas.


Y si a mi caballo no le quedan fuerzas cabalgaré por él.
Cabalgaré por todos los que dejaron su camino a medias
y por todos los que sabiendo de su destino, eligieron muerte.
Pero de aquí no me moveré si no es para desnudar mi alma.


Maldigo a las lenguas afiladas y maldigo a todos aquellos cuervos
que creían en mi fracaso,
pero me temo que mañana nos volveremos a ver
y será mi cuerpo alicaído el que corone mi venganza.


Y cuando al final yazca en mi lecho
y las llamas acaben con mi carne,
me apartarán de los seres normales las leyes de los mortales
a las cuales no pertenezco.


Pero no me comerá la bestia ni me quemaré por dentro
porque alcanzaré mi gloria cuando vea sus ojos negros otra vez,
volviéndome a levantar uno sólo contra cientos,
tal vez todavía es real y tal vez todavía lo siento.



Creo que estoy volviendo a nacer estando muerto.




























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